Mi alma permanece desde entonces con las venas abiertas
escribiendo tu nombre en un susurro del viento
y arrastra mi horizonte hasta los balcones del abismo
sin poder detener la lluvia del destino,
como si todas las voces del cielo se burlaran de mis pasos
para escuchar el silencio de mi tormento;
como si todos los árboles de la vida enmudecieran
haciendo más solitario mi camino.