Las notas brillan sobre la estera que danza entre flores, arabescos y nidos.
Acaricio las teclas muertas, el marfil de espaldas, su luz velada.
Y me evaporo en tu pecho inmersa en el vaho del cortinaje donde el céfiro preso desaparece.
La habitación intacta, Debussy cómplice me acompaña hasta ti…mi amante.
Cuando abrazada de la nada, olvidada de mí, permuto mi vida en el extravío recíproco.
¡Que pena me da volver en el momento de morir!