Extiéndeme los brazos. Atrás la noche pesa
con su aroma de látigos buscando tu alivio.
No te llamaré,
no te llamaré cuando el fuego secuestre el mundo
y busque un rincón sobre otros labios.
Oculta la soga de tu ayer,
una campana prende el aire,
el dolor está frío de uniones
y caen pájaros del viento.
El amor se diluye en un café.
Yo quiero amar las nueces del más sediento olvido,
cuando la tarde juzgue a las estrellas.