UN SON DE GUITARRA.
Atañe un son de guitarra
con dedos jocosos
que halagan cuerdas,
voz tenue, corpulenta sobre la mirada,
cada nota, evocación que arrastra.
Éramos dueños de sitios embrujados,
días, noches, pasión,
revuelo de mares, luna perfumada,
ensamble en nuestros trotes,
huellas invisibles entre dunas húmedas,
un eco de olas, un amor desvenado,
ansiedad poseída libre de temor,
esta came deshidratada.
Horas sin tiempo,
minutos de intensidad inocua,
espacios sin manecilla deshojando sales
junto a cuerpos dormidos,
montañas de árboles
que ahogan pasados,
pupilas alertas, besos endurecidos,
almas vacías en apretón de manos.
Ahí, le faltaron horas a la noche,
deleite constante.
Construimos heridas difíciles de olvidar,
sin retomo en tu mirada,
ahí, la sangre se comprimió en tus labios,
tu sudor sobre el mío,
nuestra historia multiplicada en trazos de sexo,
espíritu y pasiones como hortalizas en el huerto.
Letras que entonan canciones
con fervor ante las cuerdas,
frente al ritmo de alientos
que en mi corazón vibra y se destruye
al saber que no eres tú quien toca.