Desgarraste el blindaje de mi pecho
con el guiño de tu alma
en el desorden de este negro día.
Y me abracé sangre sin pensarlo
a la larga imagen que mi cuerpo
tu anhelo transportaba.
De Babel cobijo los sueños
las locuras discordes
que no entienden.
Llega el eclipse y la calma a tus ojos
en el espejo del tiempo te retengo,
al escuchar tus latidos
del reloj de tu cuerpo
quemando en holocausto
el deseo.