Sólo me miras. Me miras pero no me ves. Me atraviesas con tu mirada y presiento que alcanzas a entender algo que desconozco. Hace calor, el ambiente está muy seco y una nube oscura ronda agorera.
El mundo da vueltas. Hubo un atentado y murieron dos mujeres y un bebé a pocos kilómetros de aquí. Tú sigues ausente… pareciera que tampoco estoy aquí.
De pronto; en la fotografía que nos tomamos al despedirnos esa última noche, se encuentra finalmente nuestra mirada.
Deseo retenerla en mis manos, no dejarte ir.
Se escucha el trueno del mortero, una ráfaga de fuego me la arrebata y arde aún apretada entre mis dedos, mientras ambos comenzamos a caer.