En medio de la nada, en el pasillo de la angustia,
mis ojos llovían en la tormenta del silencio,
mientras mi mente solitaria paseaba
como un farolero por las calles de la locura,
pues en un rincón lejano de mi corazón
una pequeña parte viva de mi alma
buscaba la esperanza.
La tormenta era tan fuerte
y las respuestas tan confusas
que las dudas, penetrantes como la vida misma,
escalaban desde las puntas de mis pies,
hasta el último centímetro de mi cabeza
buscando….simplemente a D-os.
En el silencio, sólo en el silencio
recordando todo 1o que he vivido,
los momentos de paz, de la gloria,
algo tan vano como el triunfo,
el abrazo de papá o mamá,
inundaron el vacío
manifestando a D-os en cada rincón,
objeto y sensación,
sólo entonces entendí
que D-os es nada menos que amor.