“Un rey agoniza desde un millón de segundos”
Octavio Paz
Observas la ovación preconcebida mientras diriges sin batuta los gestos en el teatro del absurdo.
Te alistas para el día que no verás.
En la agenda donde anidan tus fantasmas agrupas epitafios, inventas coronas de gladiolos con enredaderas en el tronco.
-No dudaría que alguna lápida emergiese del ciprés que se encuentra en la entrada del campo santo, después de todo, el grabador de tumbas moraba allí mucho antes de conocerte.
Eres carne de cárceles entre secas muchedumbres y humores de rancias presencias.
¿Nunca te conté que el reloj ya no detiene las horas? ¿qué dejó de ser su dueño desde que el cristal de sílice robó su péndulo y olvidó como late el corazón? ¿qué el tiempo no detiene las hojas sobre los árboles y el invierno los humilla?
Huyes de la vida escondido entre trofeos e imaginando caravanas de pegazos que cabalgan llevando un féretro moldeado por asistencias y multitudes aglutinadas. Un cortejo, donde los pañuelos de lino aparecen presuntuosos y a nadie dicen nada. No hay ningún papel con tinta enlutado.
No llegarán a tiempo los perfumes que encargaste para este último momento y los vuelos conocidos que iluminaban tus ojos pasarán sin detenerse.
Las esquelas vienen desde fábricas de letras; las pegas en tu álbum de recortes. Nadie las leerá.
Ningún poeta dejó una huella, ningún asceta describió tu invertida soledad.
Y corres, corres porque tienes que presentarte aunque te alimentes muerto,
¡es tu funeral!
No lo mereces.
Porque mereces el sol del mediodía, la dulzura del pasto nuevo y la ausencia del remanente. Mereces a la amante que espera hasta que el manzano deje caer la última gota de su fruto y manche las lágrimas que le lavan el rostro.
Ay si conocieras las puertas que se han abierto trayendo las presencias que no pudiste robar.
Pero te dejo en tu agonía -ya me conocerás- porque pasaba y dije: ¿de dónde viene ese olor a incienso ya quemado? ¿ese tul que vuela despacio con brazos extendidos y se aloja en los pasillos de la memoria?
Las mariposas también mueren dejando estelas de colores en colecciones petrificadas.
¿tampoco lo supiste?
Cada noche, cuando oscurece, desapareces del mundo que acaba de borrarse.
Thelma Sandler