“Me enseñaron las cosas equivocadamente los que enseñan las cosas…”.
R. Castellanos
Las niñas no escupimos,
aunque tengamos un resfriado del demonio.
Es preferible tragarse toda secreción:
mocos, esperma, lágrimas…
a dejar evidencia de nuestras debilidades,
glotonerías y dolamas en cualquier esquina.
Que nunca se sabe quién vendrá a sacarnos en cara
lo poco mujercitas que somos,
con lo duro que es el camino que nos queda por andar,
para nada alfombrado, para nada sobrevolado por pajaritos. Esos sagrados micrófonos de dios que jamás se callan.