Te llevo entre los pliegues de mi falda,
con las migajas del pan del desayuno
y el azúcar del café que se ha caído.
No lo sacudo.
Te escondo replegado en mi regazo,
descubriendo mis piernas al tomarte
cuando aprieto el género
en el eje de mi amparo.
No deseo que se sepa
no ventilaré el recuerdo
de tu amor en el estío.
Limpio la mesa, no tiro
no enjuago.