Déjame reposar, aflojar los músculos del corazón y poner a dormitar el alma para poder hablar, para poder recordar estos días, los más largos del tiempo.
(Jaime Sabines, fragmento de
La Muerte del Mayor Sabines)
Llegó el día,
habría de ser domingo,
y que más da,
si el calendario
escurre hace mucho
entre mis manos.
Como la memoria borrosa
de estos días
amargos y salados
umbrosos y frios.
Todos me miran
de soslayo, lo entiendo,
no comprenden
este dolor que me reduce
y no esperaban;
esta astilla feroz
que me oprime
como una mariposa
agonizante en la pared.
Que incrédulos,
que fútiles aquellos
que me creían fuerte,
indiferente a tus pisadas,
pero tu sabes
que nunca el olvido
regó parcelas en el alma,
ni el alejamiento
pudo asesinar
jamás vestigios.
Lo supe yo también
en días ciegos de paz,
en noches áridas del alma,
cuando desvestida
de orgullo,
reptaba ante lo inmutable.
Vivimos arropados
tu y yo
por la distancias,
hasta que un golpe de viento,
marejada de tristeza,
te devolvió a mi playa.
Entonces lo supe :
estaba en mi sangre,
tu semilla amorosa,
tu ser intacto,
y yo sin darme cuenta.
Toqué tus manos
débiles y tibias,
descubrí un lenguaje
para llamarte
apoyando tu lasitud,
y tuve un tiempo breve
para nacer en tu coraza
extemporánea y dulcemente.
Me queda, entonces,
lo que nadie jamás
podría contarme
¡ Tenías el alma de
rosa y resolana ¡
Te descubrí al final,
Intacto y puro,
a pesar de ti mismo
y mis pesares.
Te entrego hoy
a la memoria del tiempo
que te abrigue,
te bese,
te proteja,
mi querido padre,
hoy es el día.
Jaime Sabines, amado poeta mexicano, cumple una década de muerto el 25 de marzo.
De su obra, -toda conocida, releída, gozada y sufrida, – prefiero La Muerte del Mayor Sabines, versos dramáticos dedicados a su padre, Don Julio.