La verdad, esa picara escarlata
que sabe herir y encelar los sueños
desvaneciendo a golpes cada mañana.
La verdad, prórroga de colinas de sol
sin asidero viviendo en la esperanza
de los amores que trazamos con nubes
en la humedad de un beso azul.
La verdad, córnea llagada
por el jadeante fuego que brota
en ese cuenco que la piel forma
cuando el espanto hace estepas
en las veletas y el corazón se llora
-rosa helada
tras espejismos que caen mientras arden
como los golpes del hacha en la madera.
Verdad…confín del tiempo que arrasa las sombras
las ilusiones que la sangre solloza
como sedoso palomar a merced del rayo
donde la quilla del pecho se bifurca
cuando medita los huesos con su garra.