Una tarde mis tardes
apresuradamente despacio,
de flor en flor,
del techo al cielo,
ascendiendo o descendiendo
-lo mismo da-
de escalón en escalón.
La historia de casi todas las historias;
rueda, flota, nada,
o se canta a borbotones,
perdida en cientos de melodías
que brotan de un violín.
Aguas que calman la sed.
En las tardes del mundo,
y desde el jardín,
entre los ansiosos jazmines del atardecer,
de encendidas danzas e inquietos aromas
desfilan los azules que caen de morados,
y leo…
todos los ecos que remiten al poema,
ese instante tan relámpago y eterno.