LOS OLIVOS
Ojos perdidos tras los collados
donde la noche se hace lluvia
y el sol castiga
la sombra retorcida y antigua del olivo.
Están tocando a muerte en las campanas de los árboles:
tañidos de plata que dejan aleteos en mi vientre;
aquí no hay reloj
que cuente hacia atrás las horas del delirio,
ni hojas de jazmín
que acrecienten el secreto deseo
de los labios agonizantes
en el acre sabor de verdes aceitunas:
aquí no hay voz…
Solamente amanece el tiempo, y el tiempo eres tú
con tu fardo días
para cuando recoja mi cosecha…
Lola