Cuando el horizonte fingió ser lejano, escondió la verdad.
El mar con sus olas moldeó la daga; se la robó al viento
y cruzó el eco para librar la batalla del adiós.
Tras bambalinas la luna escuchaba el falso parloteo.
Penetrabas el perfume convertido en carne de corales incendiados
y en sus redes dibujabas mi perfil.
Perdí mi sangre entre arenas que marcan tiempo,
manché relojes con utopías imposibles,
menstruaciones consagradas a la espera,
frente a la gaviota entre tanto dolor desorientada.
Viviste tu vida cuál Poseidón.
¡Olvidaste que el mar asesina,
que tu mano toma fuerza entre la espuma,
que golpeas arrecifes siendo el dueño absoluto de la nada!
-Encerrada entre ostras que ostentan perlas
vivo la madurez de mis mareas
en esta soledad congelada de suspiros-