Canto II
De las nubes, de los montes, de la entraña de la tierra
se derrama el torrente, amada, sobre el valle
donde almendros y viñas le aguardan.
Así mi sed, amada, espera, vestida de flor de almendro,
la llegada de tu cintura de agua.
Me preguntaréis, compañeros, cómo es mi amada;
como el bálsamo, el olíbano y la túnica de la mañana,
-os responderé-, el oro y la flor de la guirnalda,
la nieve, el río, la hierba, la montaña, así es mi amada,
la Perla de Sión, la rosa engalanada.
Porque espero, de mi amada rasgar el velo de su noche
y convertirla en luna llena,
atraparla entre mis brazos cual la hiedra
y convertirme yo, en su reflejo y diadema.