En los reflejos de un atardecer marchito
llueven tus ojos de nube,
como sueños perdidos en el encaje amarillo.
Espectro de sombras diurnas
¡odias las rosas rojas!
enigmas de ausencias,
por verdades inventadas en su tallo.
Su luz fue silenciada
por los pétalos de la sangre
mientras tu cuerpo abría sus venas
en las catedrales de un corazón emancipado.
Las estrellas, dibujarán una estela
que descifre los enigmas
mientras se abortan las palabras,
en mentiras fragmentadas.