Dejad que los niños se acerquen a mí (Mc10,14)–Su cuerpecillo tiembla tenso miedo,abrazo sus temblores y lo mimo;palpo su tiritar, mientras comprimosu amargura que nunca olvidar puedo.–Yo lo miro y mirándolo me quedo;lo retengo, lo aprieto, lloro y gimo,dolor viejo y sangrante que le oprimoen zonas de mi afán y mi denuedo.–En su alma, se fracturan las verdades;en su rostro, perviven las ausenciasy sus ojos se nublan de crueldades.–Crímenes, ambiciones y pendenciaspor miserables lucros y maldades,le partieron sus sueños y vivencias.–Camilo Valverde