La noche se replegó en su cortinaje,
las nubes transluciendo
la perceptible luna del otoño.
Sin mediar palabra,
sobre un valle en penumbra
el alma flagelaba
con la piel ajada entre desiertos
cruzados por la senda del derrotado.
Imposible no verte,
si tu cuerpo se encontraba a-lado
ante la celda de mi abierta mano.